jueves, 2 de julio de 2009

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE APOSTOLES


Era el mes de junio del año 1817 y Andrés Guacurarí había establecido su Cuartel General en el pueblo de Apóstoles, meses antes saqueado y destruido por la invasión portuguesa dirigida por el comandante Francisco Das Chagas Santos. Don Andrés Guacurarí, conocido por su pueblo como Andresito, comenzó la organización de las fuerzas misioneras con la finalidad de contrarrestar las invasiones de los portugueses. ¿Quiénes integraban aquél ejército misionero?. No eran soldados profesionales. Eran los sobrevivientes de las matanzas realizadas por los portugueses en San Carlos, San José, Concepción, Santo Tomé, La Cruz, Mártires, San Javier, Apóstoles y otras tantas reducciones de Misiones, durante los meses de enero y febrero de 1817.

Eran el mismo pueblo, integrado por indios guaraníes y gauchos criollos habitantes de la campaña adyacente a los pueblos. Junto a ellos en la lucha estaban las mujeres, los ancianos y los niños. Era el pueblo levantado en armas en defensa de sus derechos y de su dignidad, siguiendo los principios del federalismo del caudillo oriental Gervasio Artigas y luchando contra el centralismo porteño aliado a los intereses portugueses. La concentración de las fuerzas misioneras en Apóstoles exacerbó los ánimos del comandante portugués Francisco das Chagas Santos, quien decidió organizar una nueva invasión a Misiones con el objetivo de atacar a los misioneros que se hallaban concentrados en Apóstoles.

A fines del mes de junio del año 1817 una fuerza portuguesa compuesta por 800 hombres pertenecientes al Regimiento de Dragones de Río Pardo y a la Infantería de Santa Catalina, comandados por el Bigradier Francisco Das Chagas Santos, el Mayor José María da Gama, el Capitán Alexandre José de Campos y el Alférez Antonio de Souza Coutinho, cruzaron el río Uruguay y se dirigieron hacia Apóstoles. Eran en su mayoría soldados veteranos, gran parte de ellos se habían formado en las guerras napoleónicas de Europa. Ante el avance decidido de los portugueses los gauchos que habitaban las chacras y estancias se fueron replegando junto a sus familias hacia la guarnición de Apóstoles, uniéndose a los guaraníes.

Al amanecer del día 2 de julio el enemigo se presentó en formación de batalla en las afueras del pueblo, hacia el Este, sobre la margen izquierda del arroyo Cuñamanó, dispuesto a iniciar el ataque. Los misioneros decidieron salir a enfrentarlos enarbolando una bandera roja. El enfrentamiento se produjo a media legua del pueblo. Los gauchos y guaraníes fueron rechazados al no lograr quebrar la línea de artillería de los portugueses y se replegaron hacia el pueblo, fortificándose en los patios de talleres, residencia y en el templo.

Entonces los portugueses, a media mañana, comenzaron el asedio del pueblo. Dice textualmente el parte de batalla redactado por el Brigadier Das Chagas Santos: “El escuadrón de la izquierda rompió el fuego tomando los costados del cementerio y la huerta. El de la derecha ganó al galope el portón del segundo patio y por el centro atacó nuestra infantería, que luego tomó la bandera encarnada siendo muerto su portador y atacando a los gauchos, huyeron éstos para la plaza y acosados por nuestra fusilería corrieron por el patio del colegio, cuyo portón cerraron guarneciéndose adentro con sus tiradores; así como por las ventanas de la iglesia de donde nos habían iniciado fuego. Al mismo tiempo, los milicianos de la derecha habían forzado el portón del segundo patio debajo del fuego de los gauchos, que precipitadamente corrieron para el primer patio, en que hubo mucho fuego de ambas partes”. Mientras la batalla se desarrollaba, una torrencial lluvia se abatía sobre el pueblo, lo que tornaba más confusa e indecisa la situación. La batalla llegó a una resolución a las 3 de la tarde, momento en que entró en escena el Comandante Andrés Guacurarí al frente de un cuerpo de caballería compuesto por doscientos hombres. Llegaba al galope desde el vecino pueblo de San José con este importante auxilio. Das Chagas intentó detenerlo y mandó al Capitán de Granaderos José María da Gama junto a 120 hombres para que rechazara a Andresito a las afueras del pueblo. Los doscientos lanceros guaraníes de Andresito arrollaron en su marcha a la columna portuguesa del Capitán da Gama y cayeron violentamente sobre los portugueses que atacaban al pueblo. El combate, en medio de la lluvia y el barro, se volvió terrible. Las cargas de los fusiles estallaron y los choques del acero de las lanzas, los facones y los sables, se mezclaron con sapucays de coraje y gritos de dolor.

Los portugueses comenzaron a perder terreno, hasta que el mismo Brigadier das Chagas fue herido en el hombro derecho. Entonces comenzó la retirada de los invasores, y la implacable persecución de los gauchos y guaraníes misioneros se convirtió en un azote para los portugueses hasta que lograron repasar el río Uruguay.

Al anochecer de aquel 2 de julio la Batalla de Apóstoles concluía con una victoria rotunda de las fuerzas del Comandante Andrés Guacurarí. No podemos dejar de mencionar a los bravos oficiales guaraníes, Don Pantaleón Sotelo, Nicolás Aripí, Nicolás Cristaldo, Francisco Javier Siti, Blas Basualdo y el apostoleño Capitán Matías Abucú, que lució orgulloso en el combate el traje de Granadero que le fuera obsequiado por el mismo General Don José de San Martín.

Algunos, hombres de la milenaria raza guaraní y otros, gauchos criollos, todos comprometidos en la defensa de esta parte del territorio patrio, libraron aquí la misma Guerra Grande que en el norte libraron las montoneras del General Martín de Güemes, en el oeste andino el General José de San Martín y en la provincia oriental del Uruguay Don José Gervasio Artigas. Era la guerra por los principios de la Libertad y la Independencia, establecidos en San Miguel de Tucumán, contra la monarquía española y contra toda otra dominación extranjera.

La Batalla de Apóstoles no constituyó un hecho aislado. Es un episodio crucial que llena de gloria a las campañas militares del Comandante Andresito, desarrolladas en el transcurso de los años 1815 y 1819. Forma junto a la Batallas de Candelaria, San Carlos, Saladas, Lomas de Caa Cati, San José, la pura expresión de la lucha desatada por el pueblo misionero contra la dominación extranjera y la defensa de los principios de la Libertad y la autonomía.

Los 84 misioneros gauchos y guaraníes que cayeron bajo las balas y el filo de los sables portugueses aquel 2 de Julio de 1817 en Apóstoles, testimoniaron con sus vidas la fe y el compromiso que tenían por la nación argentina nacida en 1810. Ya lo había dicho el mismo Andrés Guacurarí: “La muerte será una gloria, el morir libres y no vivir esclavos, que, como héroes, los posteriores cantarán”.

Pero, ¿quién era este Andrés Guacurarí?, este hombre que fue capaz de guiar a todo un pueblo en la búsqueda de su libertad y de su dignidad. Fue un indio guaraní o quizás un mestizo, oriundo del pueblo misionero de San Francisco de Borja, lugar en el que había nacido en el año 1778. Pero fundamentalmente fue un americano, en el cabal sentido del término, como lo fueron José de San Martín, Manuel Belgrano, José Gervasio Artigas, Martín de Güemes y otros tantos hombres hijos de la revolución de 1810 y de la independencia declarada en 1816. Creyó, como todos sus contemporáneos, en el proyecto de una gran nación, libre y soberana, capaz de dar a sus hijos la felicidad y los principios del derecho que les fueran negados por siglos. Era un hombre que emergía de la cultura de las antiguas misiones jesuíticas, de una profunda educación e instrucción, capaz de leer y escribir en castellano, guaraní y portugués. Sus cartas denotan con toda claridad la consistencia de su proyecto político y sólidos fundamentos que lo sustentaban, proyectos y principios por los que luchó hasta sus últimas fuerzas junto al pueblo misionero.

No quepa duda de que su acción política y militar en esa región de la patria lograron frenar la ancestral ambición portuguesa de extender los límites lusitanos hasta el río Paraná.

Hoy la figura histórica de Andrés Guacurarí debe ser reivindicada por todos los argentinos como constructor de la identidad política y cultural de nuestra Patria. Corresponde a nosotros, como argentinos, no permitir que su memoria caiga en el olvido y mantener vivo el fuego de sus ideales, que hoy siguen manteniendo tanta vigencia como en 1817, pues son eternos y parte de nuestra escencia: la Libertad, la Justicia, la Felicidad del Pueblo, el Orden, la Soberanía.

Recordemos siempre que si hoy vemos flamear a nuestra enseña patria en el mástil de la Plazoleta Andrés Guacurarí, en la localidad de Apóstoles, en Misiones, es por las vidas que ofrendaron aquél 2 de Julio un puñado de valientes misioneros, cuyos cuerpos anónimos yacen sepultados allí no más, a escasos metros del mástil, en la misma Plazoleta que exhibe al monumento de Andresito.
En la Imagen, Plaza Central de Apóstoles.

Fuente: www.revisionistas.com.ar

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