jueves, 24 de mayo de 2012

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE TUYUTÍ


En las pantanosas márgenes de la orilla paraguaya del Paraná emerge el campo de Tuyutí a la manera de una isla entre un mar de esteros y pantanos. Solano López, al concentrar sus fuerzas al norte –en Paso Pucú- se lo brindaba a Mitre, porque su plan estaba en encerrar allí a los ejércitos aliados para vencerlos en una batalla definitiva. Grave error, pues teniendo frente suyo a un general como Mitre, no debió emplearse en una sola batalla, siempre aleatoria, sino desgastar al adversario en una lucha larga. Pero Solano López aún no sabía quién era Mitre.
Su plan consistía en encerrar a los aliados en la ratonera de Tuyutí y batirlos por los cuatro puntos cardinales. El teniente coronel José Eduvigis Díaz (futuro general y héroe de Curupaity) simuló en Estero Bellaco, con 5.000 hombres, una defensa de la entrada de Tuyutí (2 de Mayo): por sorpresa cayó sobre las avanzadas aliadas, tomándoles cuatro cañones a los brasileños, que arrastraría en triunfo al campamento de Paso-Pucú. Ese movimiento engañó a Mitre, que ordenó la ocupación de Tuyutí (20 de Marzo). Debió ser lo esperado por López que cuatro días después ordena descolgarse en Tuyutí por el norte, sur, este y oeste, a todos los efectivos del ejército.
López buscaba en una sola batalla la decisión de la guerra. Con 25.000 hombres se lanzó contra 39.000 aliados (21.000 brasileños, 16.000 argentinos y 2.000 orientales). Pero, el movimiento no fue bien coordinado, y el retardo de la derecha paraguaya mandada por el general Barrios, cuya misión era envolver a los aliados por retaguardia, malogró la sorpresa. No obstante, los paraguayos estuvieron al borde de una victoria que hubiera sido desastrosa para los aliados; pero finalmente debieron replegarse por los estragos que les hizo la artillería brasileña. Se fueron dejando un número impresionante de caídos: 5.000 muertos según el parte paraguayo, 7.000 en el aliado; y una cantidad igual de heridos. La suma de muertos y heridos aliados fueron: 4.000 según ellos, 8.000 para los paraguayos.
Tuyutí fue la batalla más sangrienta habida hasta ese momento en América del Sud; entre 13.000 y 15.000 muertos en sus cinco horas de combate. “Nos salvó de la derrota –se ve obligado a confesar Mitre- la sabia providencia del general Osorio (jefe de la división brasileña), que mandó colocar en una posición estratégica a la artillería imperial del coronel Emilio Luis Mallet”. Allí se hundió toda la posibilidad de triunfo paraguayo. Pero el desconcierto de Mitre impedirá a los aliados aprovechar el triunfo. Si ese 24 de Mayo Mitre hubiera tenido conciencia de una victoria, habría ordenado la inmediata marcha hacia Paso-Pucú: López que se había jugado el todo por el todo, no estaba en condiciones de oponerle resistencia. Pero Mitre no sabía –como en Pavón- si había ganado o perdido, y resolvió quedarse en Tuyutí hasta esperar lo que hiciera López. Esa demora habría de pagarse cara: fue un triunfo malogrado –“la victoria sin cabeza”- que engendraría la molicie y la indisciplina entre los triunfadores. Nadie mejor que el argentino Francisco Seeber ha descrito la situación difícil del campamento después del triunfo:
“Hay una anarquía descomunal; cada cuerpo maniobra según el capricho y la inteligencia de su jefe. El coronel Chenault dice que somos una montonera con música y podría agregar también que con mala música. A los paraguayos prisioneros los hacemos pelear en nuestras filas; yo mismo tengo uno como asistente”.
Las costumbres bélicas contraídas en Uruguayana no se habían perdido: prisionero que caía en poder de los aliados, o iba a sus filas como “voluntario de la libertad” o a los cafetales como esclavo.
La guerra estaba ganada, pero se tardaría cuatro años en acabarla. Los brasileños, que atribuían el triunfo a Osorio, se quejaban de que Mitre retardase las operaciones. Después de Tuyutí no quiso dejar el campamento, hasta que el 2º Ejército brasileño al mando de Marquéz de Souza, fuerte de 12.000 hombres, que se preparaba a entrar en Paraguay por la frontera brasileña, no viniera a reunírsele en su campo. Pero después, tampoco quiso salir esperando más refuerzos. Marqués de Souza y Osorio se opusieron a Mitre (ambos proponían marchar contra Paso-Pucú y de allí a Asunción), pero el General en Jefe era el General en Jefe. Osorio acabó por pedir su reemplazo; el mariscal Polidoro da Fonseca Quintanilla Sordao lo sucedió. Mucho nombre y mucho grado.
No solamente quedó inmovilizado el ejército aliado en Tuyutí, pese a la victoria. Tampoco la escuadra brasileña, no obstante su triunfo en Riachuelo, avanzaba por el río Paraguay hacia su objetivo preciso de Humaitá. Una picardía paraguaya detenía a los buques del intrépido Tamandaré: una hilera de damajuanas tendidas de costa a costa, que el almirante suponía que eran minas.

Fuentes: www. revisionistas.com.ar / Rosa, José María – La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas


 

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