lunes, 31 de octubre de 2016

DÍA DE LA POLICÍA FEDERAL ARGENTINA

(ÚLTIMO SÁBADO DEL MES)
La misión de la Policía Federal Argentina se remonta a la época de fundación de la ciudad de La Trinidad y puerto de Santa María de Buenos Aires (1580), en que los alcaldes ejercían ya funciones judiciales y policiales.
En su día, saludamos a todos los integrantes de esta fuerza y honramos la memoria de aquellos caídos en defensa de la seguridad pública.
Su Historia
Fundada la Ciudad de la Trinidad y Puerto de Santa María de Buenos Aires por Juan de Garay el 11 de junio de 1580, fueron designados los integrantes del primer Cabildo, entre ellos los Alcaldes de 1º y 2º voto, quienes ejercían funciones judiciales y policiales.
En tanto el Cuerpo no dispuso de edificio, las funciones eran ejercidas desde los propios domicilios de los nombrados, y más tarde, cuando contaron con el, en la sede del mismo. Esta práctica continuó a lo largo de los años por quienes los reemplazaron (Diputados de Policía, Intendentes Generales de Policía y Gobernadores Intendentes) en ocasiones por falta de espacio en el Cabildo
Siendo Gobernador Intendente con funciones anexas de Intendente General de Policía, el Coronel Mayor Eustoquio Díaz Velez, ante el fracaso de las gestiones que realizara para lograr espacio adecuado con destino a sus oficinas, arrendó el 1º de enero de 1818 una finca con ese propósito, que por insuficiente espacio trasladó a fines del mismo año a otra, también alquilada, sita en las calles Perú y Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen).
En 1820, luego de la desaparición de la Gobernación Intendencia y de la Intendencia General de Policía, volvió la función policial a manos del Cabildo, y el Diputado de Policía designado, Miguel de Mármol Ibarrolla, trasladó las oficinas a su domicilio, ubicado en las calles Belgrano y Defensa.
Suprimido el Cabildo de Buenos Aires el 31 de Diciembre de 1821, se creó el cargo de Jefe de Policía, siendo designado para tales funciones Don Joaquín de Achaval, que se instaló provisoriamente en dos habitaciones del edificio del Cabildo. No obstante, ante la imperiosa necesidad de contar con más amplios locales para organizar la nueva Institución que se le confiaba, así lo gestionó ante el Ministro de Gobierno Bernardino Rivadavia.
El 22 de Febrero de 1822 se arribó a la obtención del local, asignándose el antiguo palacio que fuera residencia del Obispo Diocesano, que databa de 1761. Fue habilitado el 17 de marzo de 1823. Su ubicación, en la actual calle Bolívar era lindera por el costado sur con el Cabildo.
Una circunstancia al progreso edilicio de la ciudad posibilitó que se construyera el actual Departamento de Policía, y ésta fue el proyectado trazado y posterior apertura de la Avenida de Mayo, a raíz de lo cual deberían demolerse todos los edificios de las manzanas que desde el Departamento de Policía antiguo, llegaban hasta las actuales calles Sáenz Peña - Paraná
El 11 de agosto de 1884, se celebró contrato con el arquitecto Juan A. Buschiazzo para la confección del proyecto, planos y presupuestos, en la manzana que sugirió fuese comprendida por las calles Rivadavia, Victoria, Cevallos, Lorea (hoy Sáenz Peña), lugar que por decreto del Poder Ejecutivo Nacional en Acuerdo de Ministros, se cambió por el del predio Moreno, Belgrano, Cevallos, Lorea.
El 6 de octubre del mismo año se llamó a licitación pública para la construcción, que fue adjudicada a la firma L. Stevens y Cía., habiendo dirigido la obra el arquitecto italiano Francisco Tamburini, con la participación de los arquitectos Juan A. Buschiazzo y Ernesto Bunge.
El edificio resultante se integró con dos plantas por la calle Moreno, que se prolongaban hacia el sur por las calles Cevallos y Lorea unos 54 metros, el resto de ellas y la totalidad del frente de Belgrano, eran de una sola planta. Finalizadas las obras y previo traslado de la mayor parte de las dependencias policiales desde el Cabildo, se procedió el 4 de noviembre de 1888 a su inauguración, siendo Jefe el Coronel Alberto Capdevilla. El Cuerpo de Bomberos se mudó al sector que le estaba reservado en la planta baja de Belgrano, el 11 de marzo de 1889.
Posteriormente, el crecimiento institucional hizo que la capacidad del edificio resultase insuficiente. En 1915, fueron instalados los ascensores correspondientes a la entrada de Moreno 1550. Ya había comenzado el traslado de algunas dependencias fuera del departamento, operándose la salida del Archivo General, Talleres Mecánicos y Garage, Imprenta, entre otros.
El 9 de mayo de 1974 fue inaugurado en el Patio de las Palmeras un monumento al primer Jefe de la Policía de la Capital, Don Marcos Paz. Entre 1912 y 1915 se realizaron las obras de construcción del segundo piso por la calle Moreno, comprendiendo también un primer piso sobre Belgrano destinado al Cuerpo de Bomberos
Hacia 1934, se realizaron ampliaciones construyéndose entrepisos que duplicaron la capacidad y se edificó la galería del segundo piso.
El 4 de noviembre de 1938, al cumplirse el cincuentenario de la instalación del Departamento en el edificio, siendo jefe el Coronel Alberto Capdevilla, el Círculo de Retirados de la Policía y Bomberos de Capital, descubrió una placa de mármol blanco en el hall de ingreso, en homenaje al acontecimiento.
La última etapa de construcciones en el Departamento Central, data de principios de 1944, consistiendo en la edificación de los pisos 2º a 5º por Cevallos y Sáenz Peña, para que el conjunto tuviera la misma altura exterior, con comunicaciones entre el sector de Moreno a Belgrano por los pisos 1º y 2º, y de Belgrano a Moreno por el 2º y 4º.
Teniendo en cuenta que las obras se han concretado en tres etapas: 1888, 1915 y 1944, cabría tramitar la declaración de "Monumento Histórico" para las dos primeras, que comprenden exactamente media manzana, la que tiene entrada principal por Moreno 1550. Tal reconocimiento, que se efectuaría por decreto del Poder Ejecutivo Nacional, originaría para la institución velar por la conservación de la tradición policial, porque tiene valor histórico y artístico, pues se trata de una construcción atípica en esta ciudad dado los recuerdos que él encierra y evoca, y por lo arquitectónico-monumental, propio de un palacio del siglo XIX destinado al servicio público.
Fuente: www. policiafederal.gov.ar

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domingo, 30 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL TENIENTE PRIMERO OSCAR ABEL LUCIONI

El Teniente Primero Oscar Abel Lucioni, nació el 10 de febrero de 1944 en la ciudad de Buenos Aires. Ingresó al Colegio Militar de la Nación en febrero de 1964, y egresó como Subteniente del arma de Caballería en diciembre de 1967. Prestó servicios en varias unidades del arma y en 1975 fue destinado a la Compañía Comando y Servicios del Estado Mayor General del Ejército, su último destino antes de su muerte. Fue ascendido post-mortem a Capitán, estaba casado con la señora Ana María Domínguez y era padre de tres hijos.
El 21 de Octubre de 1976, poco después de las 07:00 horas, el Teniente Primero Lucioni salió de su domicilio particular, próximo a las calles Zapiola y Mendoza, para dirigirse a su actividad diaria en el Estado Mayor General del Ejército. Luego de dejar el edificio donde vivía caminó pocos metros hasta llegar a su automóvil estacionado en la calle. Llegó hasta el coche y en el momento en que lo abría recibió el primero de los nueve impactos que acabaron con su vida.
Aunque el ataque se produjo por sorpresa y por la espalda, el Teniente Primero Lucioni alcanzó a empuñar su arma contra los subversivos que lo emboscaron. La reacción aceleró la fuga de los 6 atacantes y permitió que aún sangrante y desfalleciente, regresara hasta encontrar al encargado de su edificio a quien entregó su arma para que ésta no le fuera arrebatada. Seguidamente auxiliado por la rápida reacción de un joven vecino, fue llevado a un vehículo conducido por una mujer, al Hospital Pirovano desde donde más tarde fue trasladado al Hospital Militar.
El Teniente Primero Lucioni falleció a los nueve días del atentado, el día 30 de octubre a las 16:00 horas. El grupo paramilitar Montoneros se adjudicó el asesinato.
"Nosotros al verles, siempre diremos con admiración: He ahí; esos sellaron con su sangre y sus espadas la libertad de su patria y sus nombres irán de padres a hijos, de generación en generación.” Esta frase es de 1826, nunca mejor aplicada para recordar a Héroes del ayer.
Ese y no otro, es el Ejército de San Martín, Belgrano y Güemes. Recordarlos y homenajearlos no es un delito. Para ellos y para los Argentinos que murieron por la Patria, nuestro mas sincero homenaje.
"Lo demandó el honor y obedecieron, 
lo requirió el deber y lo acataron; 
con su sangre la empresa rubicaron
con su esfuerzo la Patria engrandecieron. 
Fueron grandes y fuertes, porque fueron
fiieles al juramento que empeñaron. 
Por eso como valientes lucharon, 
y como héroes murieron. 
No quisieron servir a otra Bandera, 
no quisieron andar otro camino, 
no supieron morir de otra manera."
Fuente: Comisión de Homenaje Permanente a los Muertos por la Subversión.
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sábado, 29 de octubre de 2016

DIA DE LA PREFECTURA NAVAL ARGENTINA

Saludamos a los camaradas de la Prefectura Naval Argentina, creada el 29 de octubre de 1896, por Ley Nº 3445 que la reconocía como sucesora de la Capitanía de Puerto con sus mismas funciones de policía de los mares, ríos, canales y puertos sometidos a jurisdicción nacional.
La Prefectura es la Autoridad Marítima Argentina por antonomasia, conforme lo consagra la Ley General 18.398, la Ley de la Navegación 20.094 y la nutrida legislación que en forma coincidente define el amplio y homogéneo perfil de sus competencias.
Asimismo lo es, y en virtud de su tradición histórica y funcional, inalterable a través del tiempo, que la identifica como el órgano a través del cual el Estado ejerce la policía de seguridad de la navegación y de la seguridad y el orden público en las aguas de jurisdicción nacional y en los puertos.
Además es órgano de aplicación de los convenios internacionales relativos a la seguridad de la vida humana en el mar, la prevención y la lucha contra la contaminación y las materias técnicas y jurídicas relacionadas, conforme lo establecen las leyes de aceptación del país.
También cumple funciones en ejercicio de las obligaciones del país como Estado de Abanderamiento y Estado Rector del Puerto, para el registro de los buques y el control de sus condiciones de seguridad, según las leyes y reglamentaciones que le asignan estas competencias y los acuerdos internacionales respectivos.
La Prefectura es, en suma, la Autoridad Marítima Argentina por excelencia, por la multiplicidad de circunstancias generales y específicas que abarcan sus responsabilidades y en mérito a la legislación que reiteradamente lo expresa, definiendo nítidamente su perfil institucional en el concierto de los organismos del Estado.
Su Historia.
La corona española transfirió a sus colonias la misma estructura administrativa que regía en la península.
Las atribuciones y responsabilidades obraban inicialmente en la "Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias", promulgadas en 1680 por Carlos II y más precisamente, en las "Ordenanzas Generales" de 1793, dictadas por el rey Carlos IV, cuyo título 7 reglamentaba la "policía general de los puertos y otros cualesquiera fondeaderos a cargo de los Capitanes de Puertos y las demás obligaciones de éstos", con funciones como la habilitación de prácticos, inspección de las condiciones de seguridad de los buques, actuaciones sumariales por acaecimientos de la navegación, delitos y contravenciones, despacho de buques, control de navegantes y pasajeros, prohibición de arrojar basuras y escombros a las aguas, funcionamiento de la junta de sanidad, etc. que actualmente continúa cumpliendo la Prefectura.
Este agrupamiento de funciones permaneció a través del tiempo con ligeras variaciones. Al producirse la Revolución de Mayo, el alférez de fragata D. Martín Jacobo Thompson era el Capitán de Puertos y Comandante de Matrículas. Muchos hombres destacados de nuestra historia ocuparon ese cargo, como Matías de Irigoyen, Zapiola, Azopardo, Toll y Bernadet, Espora, Erézcano, etc.
La enumeración de antecedentes relativos a las funciones asignadas durante tiempo tan prolongado sería extensa, pero de su examen se puede inferir que la jurisdicción y competencias de la Prefectura se fueron conformando y perfeccionando a través del tiempo en forma armónica, definiendo desde el siglo pasado un ámbito específico, reiteradamente calificado como exclusivo, que le fue confiriendo fisonomía en el concierto de los órganos que componen la administración pública nacional.
El 29 de octubre de 1896 fue promulgada la ley 3.445, marco de legal que, por su data, atestigua la antigüedad de la institución. Tanto en el trámite parlamentario previo como en su articulado, se explica que nada nuevo se viene a crear con la presente ley y que la Prefectura es la misma organización española denominada "Capitanía de Puerto" y cumple sus mismas funciones siendo a partir de entonces indudable continuadora de las antiguas capitanías y exclusiva policía de los mares, ríos, canales y puertos sometidos a jurisdicción nacional. Dicho ámbito funcional se reitera y amplia luego por las leyes dictadas con posterioridad, entre las cuales se encuentra la ley de la navegación (20.094). Aquel instrumento rigió su devenir hasta 1969, año en que se promulgó la ley 18.398, repertorio actual de la misión y competencias que el estado confía a la Prefectura Naval Argentina.
En la imagen: La Prefectura Naval Argentina durante el conflicto del Atlántico Sur.
Fuente: www.prefecturanaval.gov.ar

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viernes, 28 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE LOS RAMPLONES

Los Ramplones eran unas lagunas que se formaban con las caídas pluviales, en los cajones de los Chihuidos del Medio, a tres leguas de Paso de Hacha, sobre el río Neuquén, y en el Departamento Añelo. En el invierno se secaban. En ese lugar el 28 de octubre de 1879 se enfrentaron las tropas del 7º de Caballería de Línea, al mando del capitán Vicente Pérez, con indios de la pampa que se encontraban asilados en las tolderías neuquinas.
El parte oficial firmado por el teniente coronel Napoleón Uriburu dice lo siguiente:
“Señor Inspector General de Armas: El 28 de octubre pasó una partida de setenta indios desde el Agrio a los Ramplones y el capitán Pérez, del 7º de Caballería, al sentirlos, les salió al encuentro, los batió, los persiguió doce leguas hasta obligarlos a repasar el Neuquén en el Paso de los Indios. Mató varios de ellos y les quitó 52 de los caballos que traían; le mataron a él un soldado.
Los indios traían cinco carabinas Remington. Es de opinión del capitán Pérez y la mía también, que esos indios que no tienen nada que robar en toda la costa y aún separándose de ella, tenían intención de pasar a la Pampa a buscar sus antiguas guaridas.
Esta opinión esta basada en los comestibles de que venían cargados, en la reserva de caballos que traían y en la dirección que persistían tomar después de derrotados.
En el momento en que los indios tengan caballos tratarán de buscar un resquicio para pasar a la Pampa. En el mes de enero, que dicen disminuyen las aguas y las crecientes de los ríos, tendrán muchos más pasos que los que hoy pueden encontrar en donde tanto ellos cono nosotros perdemos hombres cada vez que se vadea. Saludo a V. E.”
Gracias a la búsqueda de documentación que efectuó el historiador Bartolomé Galíndez se puede apreciar mejor la situación apelando a la correspondencia particular del referido comandante de la 4ª División, quién en dos cartas a Francisco Uriburu le hace saber otros aspectos que completan mejor el panorama. En efecto, desde Mendoza le dice en la primera de ellas, el 17 de octubre de 1879:
“Estoy a la expectativa de una anunciada invasión de los indios del Sud. Todos los indicios son de que se realizará. Pues han tomado a los bomberos que mandé para que trajeran noticias. Si tuviera caballos les evitaría el trabajo de venir, pero a pie no dejaré se me acerquen mucho”.
El 6 de noviembre le escribe desde el Fuerte 4ª División y le informa:
“Los indios de la pampa asilados al Sud del Neuquén, y auxiliados por los pehuenches, van mejorando sus caballos y prometen volver a sus antiguos campos para continuar sus malones interrumpidos por la corrida que les pegamos el 28 de octubre”.
Sigue detallándole el encuentro con los indios y aporta la observación muy importante de que “no traían familias”, lo que sumado a los otros antecedentes ya anunciados en el parte, daban la pauta de la actitud belicosa que llevaban.
Muchos indios en la pampa lograban eludir el cerco y las batidas de las tropas nacionales, y aunados a otros que regresaban desde las tierras neuquinas, donde habían conseguido dejar a salvo a sus familias (chusma) y equiparse de las indispensables cabalgaduras, dieron mucho que hacer a las tropas destacadas en la antigua línea de defensa, principalmente en la provincia de Buenos Aires.

Fuentes: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / Galíndez, Bartolomé - La conquista al Desierto, Doc. relacionados con las expediciones a Sta. Cruz y Río Negro – (1940) / Raone, Juan Mario – Fortines del desierto – Rev. y Biblioteca del Suboficial – Vol Nº 143, 1969.

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jueves, 27 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DEL ATAQUE DE COTAGAITA

El día 27 de octubre de 1810 se produce el Ataque en Cotagaita. Fuerzas patriotas al mando del Mayor General Antonio González Balcarce atacan fortificaciones defendidas por una fuerza española muy superior en hombres y recursos. El fuego de artillería entre ambas partes duró cuatro horas, retirándose luego las fuerzas independentistas en orden, sin ser perseguidas por los realistas.
Llegado el Ejército Expedicionario a las órdenes del General González Balcarce se incorporó Güemes con su partida de observación. Conocedor de sus méritos, confió a Güemes la misión de ocupar la ciudad de Tupiza, la que verificó sin resistencia alguna. Luego Güemes seguiría a Tarija donde formaría una división de voluntarios que se sumaría a los ya reclutados en los Valles de Salta y Jujuy.
El grueso de las fuerzas realistas al mando del General Nieto y José de Córdova había establecido su cuartel general en Cotagaita. a 400 kilómetros al norte de Jujuy.
Ya próximos ambos enemigos, lícito resultaba pensar que algunas de las partes apurara la decisión y sin duda que ello convenía más a los revolucionarios que a los realistas puesto que Córdoba había adoptado una actitud defensiva o mejor dicho cautelosa.
De acuerdo con esta apreciación González Balcarce tomó la iniciativa, primero se aseguró de haber recibido las cargas de municiones de la artillería, luego avanzó y se situó en Cazón a 3 leguas de las trincheras enemigas.
Antes de iniciar el combate, González Balcarce dirigió un oficioA los Señores Generales, comandante de los cuerpos y oficiales de la tropa del Alto Perú, indicándoles que la tropa a su mando no venía a hacer conquistas ni derramar la sangre de sus connacionales, estaba dispuesta a que el voto de los pueblos establezca el gobierno a que han de sujetarse estas provincias mientras la península se halle convulsionada. Que venían, no a conquistar, si no a liberar.

A la invitación el capitán de fragata José de Córdoba y Roxas rechazó la misma y trasmitió que tampoco estaba dispuesto a rendirse.
Ante la negativa de Córdoba se inició el ataque el que empezó a las tres de la madrugada del 27 de octubre y duró hasta las dos de la tarde. Reconociendo luego Balcarce la imposibilidad de penetrar las trincheras enemigas, dispuso retirarse, lo que efectuó en el mejor orden. El enemigo no intento perseguirlo puesto que no contaba con cabalgaduras ni con ánimos.
Aquí se produjo entonces el primer choque entre revolucionarios y realistas, de lo que fue la guerra por la independencia  no considerándose una derrota formal sino más bien una retirada estratégica.


Parte de la Batalla:
Exmo Sor.
El «27» me dirijí á atacar las fortificaciones enemigas en Cotagaita como lo verifique á las dies de la mañana, desde cuia hora, hasta las dos de la tarde se sostubo de ambas partes el fuego más activo que puede imaginarse pero reconociendo que no era posible penetrar hasta las trincheras enemigas, dispuse retirarme, lo que se efectuó con el mejor orden, sin que se atreviesen los contrarios á perseguirme, ni á salir uno solo de sus parapetos. En la misma tarde acordamos en una Junta de Guerra, que era indispensable retroceder á reforzarnos, proveernos de municiones de Artillería, subsistencias, y caballerías pues si tan extrema la escaces de estos articulos que no hay absolutamte. como poder operar por su falta: mi dirección á Suipacha, donde esperaré los auxilios indicados, y las superiores ordenes de V. E. para lo que debo executar.
El Capitan D. Santiago Carrera impondrá V. E. circunstanciadamte. delo ocurrido en dha. accion y delo demas que es preciso facilitar para volver á internarnos prontamte. como interesa.
Dios guarde á V. E. ms. as. Mashara 29 de Octre. de 1810.
Exmo Sor.Antonio Gonzalez Balcarce.

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miércoles, 26 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DE LA RECUPERACIÓN DE LAS BANDERAS DE VUELTA OBLIGADO

En nuestro Museo de Historia Nacional hay una bandera que tomada por los ingleses en la Batalla de Vuelta de Obligado, fue devuelta a la Nación. Pero la historia de esta devolución es tan emotiva como desconocida y esta nota lo que pretende es narrarla no con el fervor que cualquier argentino desearía, sino con un documento que 40 años más tarde, escribiera uno de los Comandantes de la Fuerza Invasora el Almirante Sullivan, el que el 26 de octubre de 1883, - ya anciano - se presentó al Consulado Argentino en Londres para devolver una Gran Bandera Argentina. El documento expresaba:
“En la batalla de Obligado en el Paraná el 20 de octubre de 1845 un oficial que mandaba la batería principal (era la Manuelita) causó la admiración de los oficiales ingleses que estábamos más cerca de él, por la manera con que animaba a sus hombres y los mantenía al pie de los cañones durante un fuerte fuego cruzado bajo el cual esa batería estaba expuesta. Por más de 6 horas expuso su cuerpo entero. Por prisioneros heridos supimos después que era el coronel Ramón Rodríguez del Regimiento de Patricios de Buenos Aires. Cuando los artilleros fueron muertos, hizo maniobrar los cañones con los soldados de infantería y él mismo ponía la puntería. Cuando el combate estuvo terminado habían perdido 500 hombres entre muertos y heridos de los 800 que él comandaba. Cuando nuestras fuerzas desembarcaron a la tarde y tomaron la batería, con los restos de su fuerza se puso a retaguardia, bajo el fuego cruzado de todos los buques que estaban detrás de la batería, defendiéndola con armas blancas. La bandera de la batería fue arriada por uno de los hombres de mi mando y me fue dada por el oficial inglés de mayor rango. Al ser arriada cayó sobre algunos cuerpos de los caídos y fue manchada con su sangre.
Quiero restituir al Coronel Ramón Rodríguez si vive, o sino al Regimiento de Patricios de Buenos Aires si aún existe, la bandera bajo la cual y en noble defensa de su Patria cayeran tantos de los que en aquella época lo componían. Si el Coronel Rodríguez ha muerto y si el Regimiento de Patricios no existe, yo pediría que cualquiera de los miembros sobrevivientes de su familia que la acepten en recuerdo suyo y de las muy bravas conductas de él, de sus oficiales y de sus soldados en Obligado. Los que luchamos contra él y habíamos presenciado su abnegación y bravura tuvimos grande y sincero placer al saber que habían salido ileso hasta el fin de la acción”.
Almirante Sullivan
La bandera fue remitida a Buenos Aires, y con posterioridad, ante la duda de que el nombre del Coronel Rodríguez como defensor de esa bandera, haya sido puesto por error de Sullivan, el hijo de Juan Bautista Thorne hace la consulta al Sr. Victor J. Elizalde, protagonista de la batalla de Obligado, quien le contesta el 21 de abril de 1891 en estos términos:
“En contestación a su muy apreciable del 20 del presente en la que me pide que como combatiente y testigo ocular en el memorable combate de Obligado le certifique a la vez que le adelante algunos antecedentes sobre la conducta que observó su finado padre el coronel Thorne durante la acción, como también fue el coronel Ramón Rodríguez, jefe de algunas baterías que se formaron para resistir al poderoso enemigo que nos asaltó, le diré a usted:Que el coronel Thorne fue ocupado por el general Mansilla en la construcción y dirección de las fortificaciones, como también se le dio mando de la batería “Manuelita”, de donde se retiró después que las demás baterías habían quemado su último cartucho.Diré a usted además: la brava y serena conducta de su padre mereció del general en jefe y de todos sus compañeros, la aprobación y el aplauso, por el hecho de que el no abandonó el merlón de su batería, y si lo hacía, era cuando veía que sus artilleros no daban en completo y certero blanco.
Cónstame también que le intimó por dos veces la orden de que suspendiera el fuego y se retirara de la batería, pero él contestó: “que sus cañones le imponían hacer fuego hasta vencer o morir”, mereciendo por este desacato el que fuera arrestado en el convento de San Lorenzo adonde fue transportado herido y sordo. Allí mismo el general Mansilla fue a visitarlo y felicitarlo por su conducta, dejando al retirase la orden de que quedaba levantado su arresto.En lo que se refiere al coronel Ramón Rodríguez, le diré que este jefe no tuvo otro rol que el de permanecer a la entrada del monte, de donde salió cuando ya no había defensores en las baterías y el enemigo desembarcó dándole la más franca y soberbia carga a al bayoneta, al frente de su batallón Milicianos de Buenos Aires.
Deseando que le satisfaga esta exposición verídica, lo saluda muy atentamente.
Victor J. Elizalde.
Con el mismo objeto, el hijo de Thorne consultó al historiador Adolfo Saldías, que el 21 de abril de 1891 le contesta en los siguientes términos:
“Estimado amigo:
En respuesta a su estimada carta del 20 del presente mes en la que Ud. se sirve pedirme mi opinión si fue el coronel Ramón Rodríguez o el coronel Juan B. Thorne quien mandaba una de las baterías en el combate de Obligado contra las escuadras aliadas de la Gran Bretaña y de la Francia y quien fue el último que se retiró de ese glorioso campo de batalla, le diré que fue el coronel Thorne.
El coronel Rodríguez, benemérito Oficial del Ejército Auxiliar del Perú y del Republicano contra el Imperio del Brasil, no mandó batería alguna en Obligado.
Según se ve documentado en mi “Historia de Rozas y de la Confederación Argentina”, eran cuatro esas baterías, respectivamente mandada por el mayor Alzogaray, por el teniente Brown, por el teniente Palacios y la del extremo izquierdo por el coronel J. Thorne. El coronel Rodríguez tenía mando del batallón de Patricios de Buenos Aires y estaba de flanco en el extremo derecho, no habiendo en esa línea a sus órdenes más que cuatro cañones al mando del teniente José Serezo.
El combate se inició naturalmente contra las baterías de la derecha; rota la cadena que sujetaba los barcos que formaban línea de atajo al pasaje del río, el fuego de los franceses e ingleses se concentró en la izquierda. A las cuatro de la tarde las baterías habían quemado casi todos los cartuchos y cuando la mortandad y el estrago enseñaban la derrota a los argentinos. Pero la batería de Thorne se sostuvo todavía más de una hora. Diósele la orden de retirarse y contestó que le quedaban municiones.
Retirósele la orden, y entonces, puesto de pié sobre el merlón de la batería y al ir a arengar a los escasos soldados, fue derrumbado en tierra.
El “Philomel” que mandaba el capitán Sullivan y que venía de vanguardia, operó su desembarco en la costa y fue entonces cuando se tomó la bandera de la batería argentina. La bandera argentina del batallón de Patricios de Buenos Aires fue tomada por los marineros franceses y existe en el hospital de inválidos de Paris.
No es dudoso, por lo demás, que un jefe de la relevantes cualidades del coronel Rodríguez habría sido capaz de al acción que le supone el almirante Sullivan, pero precisamente por su antigüedad y por sus condiciones, y en los primeros momentos que se siguieron a la acefalía del mando en jefe, producida la herida que postró al general Mansilla, fue el coronel Rodríguez quien lo asumió, llevando personalmente una carga a la bayoneta sobre los ingleses y franceses que desembarcaron cuando apagaron los fuegos de las tres baterías de la derecha y del centro. Los aliados no desembarcaron por frente a la batería de la izquierda que mandaba Thorne sino a la caída de la tarde, cuando ya no podía tronar allí el cañón argentina.Esta misma comunicación del almirante Sullivan al cónsul argentino en Londres, se publicó en la Tribuna Nacional del 22 de diciembre d 1883, y no hay mas que fijarse en los detalles que da tan caballeresco oficial, y que está perfectamente corroborados por documentos y aún por testigos que obrevivieron, para comprobar que se refieren no al coronel Rodríguez, sino al coronel Thorne.
El cónsul argentina, señor Guerrico, pariente, según tengo entendido, del coronel Rodríguez, quizá por falta de datos no pudo rectificar la verdad de los hechos, a bien que, repito, al coronel Rodríguez no le fue necesario arrebatar gloria a sus compañeros para recoger la que recogió conteniendo a los vencedores con una soberbia carga a la bayoneta, a la cabeza de sus milicianos de Buenos Aires.
Soy su atento S.S. Adolfo Saldías.
Vemos como a estos dos hombres les sobraba heroísmo para llenarse de gloria junto a todos los defensores de la Soberanía Nacional en Vuelta de Obligado.
Fuentes: Saldias, Adolfo. Historia de la Confederación Argetnina / Periódico "El Restaurador". San Matín. 3 de septiempbre de 2007 / La Gazeta Federal

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martes, 25 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE MONTAÑA 22

El espíritu de Juan Cabot
Las alturas del Cordón del Tontal, en la localidad de Zonda y la Quebrada del Calingastino son frecuentes escenarios donde los hombres del RIM 22 entrenan de noche y de día, con bajas temperaturas y a 2000 metros de altura, técnicas y tácticas de infanter
Hoy el Regimiento de Infanteria de Montaña 22 cumple 73 años de vida. Lleva el nombre de un héroe de la Independencia. En su breve historia atesora un rico palmarés. Como unidad militar fue protagonista de relevantes acciones y también, sobresalió por su rol en apoyo de la comunidad. 
En la noche del 15 de enero de 1944, la ciudad de San Juan se vio afectada por un fuerte terremoto que produjo centenares de muertos, heridos y desaparecidos. En medio del caos y la destrucción de edificios, calles y viviendas, resultó decisivo el accionar de los soldados del Regimiento Nº 22 de Infantería de Montaña Reforzado, con asiento en el Campo General Sarmiento, en la localidad de Marquesado de la provincia cuyana. La unidad, al mando del teniente coronel Alfredo Falcioni, participó en forma directa en el rescate de las víctimas, la remoción de escombros y en el auxilio de los pobladores con ropa, carpas y alimentos elaborados en sus cocinas de campaña. Años más tarde, precisamente el 23 de noviembre de 1977, un nuevo movimiento sísmico afectó severamente a la localidad sanjuanina de Caucete. Y otra vez, ahora bajo el comando del coronel Juan Bautista Menvielle, el RIM 22 repitió su labor solidaria. Dos destacadas instancias que signan a la unidad creada por decreto del 1º de enero de 1940, del entonces presidente de la Nación, doctor Roberto Ortiz. 
El correr del tiempo
La historia dice que el 24 de octubre de ese mismo año, la flamante unidad quedó inaugurada oficialmente. El teniente coronel Emilio Alvarez se hizo cargo de su jefatura, acompañado por una plana mayor y formado por secciones de comunicación, banda y morteros livianos; un batallón de infantería, al mando del mayor Roberto Chichizola, con dos compañías de tiradores; una compañía de ametralladoras y dos de artillería a cargo del mayor Raúl Rojo. El 1º de enero de1942, el RIM 22 pasó a depender del Destacamento de Montaña Cuyo y fue creado el 2º Batallón con asiento en la localidad de Barreal. En 1945, formó parte del Destacamento de Montaña 3 junto con la Compañía 3 de Zapadores de Montaña, una sección de Comunicaciones extraída del regimiento, una columna de Abastecimiento Carguero y el Grupo 3 de Artillería de Montaña. El 21 de noviembre de 1947, cambió su denominación por la de Regimiento 22 de Infantería de Montaña y a partir de 1957, pasó a ser una unidad con el agregado de la Sección Exploración Baqueanos 3. En 1964 recibió su nombre actual.
Hechos relevantes
El 8 de noviembre de 1975 tuvo su bautismo de fuego. En el Operativo Independencia, en un combate en el monte tucumano, perdieron la vida el cabo1º Wilfredo Méndez y el soldado Benito Pérez. El 24 de septiembre de 1976 su bandera de guerra fue condecorada con la medalla de Campaña de Plata y cinco de sus soldados con las medallas “Al heroico valor en combate” y “Al herido en combate”. 
Con la conmemoración del bicentenario del nacimiento del general San Martín, en 1978, el regimiento participó del primer cruce de Los Andes por el paso de Los Patos. También en ese año, durante el conflicto limítrofe con Chile, fue movilizado por tren hasta la localidad de Zapala, en la provincia de Neuquén. El infortunio volvió a presentarse en otras dos oportunidades y donde cayeron varios de sus soldados. El 23 de enero de 1986 al regresar de una comisión de servicio en el Departamento Calingasta, la banda militar de la unidad se desbarrancó en la cuesta de El Tambolar. Allí, murieron su director, capitán Hugo Emi, 13 suboficiales y 3 civiles (un conductor, un maestro rural y un menor). Y el 19 de febrero de 2002, durante la ascensión al cerro Mercedario, cayó para siempre el capitán de infantería Claudio Jurczyszyn. 
El 24 de octubre de 2008, los integrantes del regimiento fueron autorizados a vestir el uniforme histórico que luciera el Batallón N° 1 Cazadores de Los Andes. El 28 de enero de 2010, en conmemoración del bicentenario de la Revolución de Mayo, sus hombres junto con soldados chilenos, cruzaron la cordillera por los mismos pasos que lo hiciera San Martín, desde el Cerro de la Gloria, en Mendoza hasta Chacabuco, en Chile. Desde marzo de 2012, el regimiento está conducido por el coronel Ricardo Secotaro. 
¿Quién era Cabot?
El 30 de septiembre de 1998, el nombre del teniente coronel Juan Manuel Cabot fue agregado a su denominación oficial. ¿Quién era este militar tucumano? Su currículum reseña su participación en la reconquista durante la primera invasión inglesa y como oficial de artillería del Cuerpo de Voluntarios Patriotas de la Unión, en la segunda y en las guerras de la Independencia. Fue correligionario de Mariano Moreno y Nicolás Rodríguez Peña y por ende, partícipe de la Revolución de Mayo. En septiembre de 1810, actuó en el Regimiento de la Estrella con el grado de teniente. Más tarde, fue su instructor de reclutas del ahora Nº 3 de Infantería. En 1813, se unió a la segunda expedición auxiliadora al Alto Perú y en abril de 1815, llegó al Ejército de los Andes a órdenes del general San Martín quien lo ascendió a teniente coronel y lo asignó al Regimiento11 de Infantería con el coronel Juan Gregorio de Las Heras. Un año después, le confió el mando de un regimiento combinado en San Juan para tomar parte de la campaña de Chile por su flanco norte. La misión por el Paso de Guana lo llevó a conquistar el 12 de febrero, la provincia de Coquimbo y su capital, La Serena, el mismo día del triunfo en Chacabuco. Para eso, cruzó la Cordillera de los Andes en dos semanas acompañado por su segundo, el teniente coronel Francisco Zelada y con sus hombres obtuvo dos decisivas victorias, en la escaramuza de Barraza y en Salala. Luego, peleó en Cancha Rayada y Maipú y organizó guarniciones militares en el norte chileno. En mayo de 1819 pidió y obtuvo la baja del Ejército para dedicarse al comercio en la capital chilena, donde murió en 1837, a los 53 años.
Fuente: Lauro Noro para Diario Soldados Digital 2013.

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lunes, 24 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DE LA ACCIÓN DE LOS TRES SARGENTOS

Después de Vilcapugio, y a pesar de su victoria, las fuerzas realistas carecían de abastecimientos y medios de transporte como para marchar en persecución de las tropas de Belgrano. Este supo sacar partido de tales circunstancias y procuró hostilizar constantemente a sus enemigos por medio de partidas aisladas que los atacaban por sorpresa. En estas refriegas comenzó a distinguirse por su extraordinaria temeridad el futuro general Gregorio Aráoz de La Madrid, que entonces ostentaba el grado de teniente del cuerpo de Dragones. Merece recordarse, por el arrojo de sus principales protagonistas –los soldados Mariano Gómez, Santiago Albarracín y Juan Bautista Salazar-, la acción de Tambo Nuevo, que el mismo La Madrid nos relata en sus Memorias:
“Llega la hora señalada y se me presentan los bomberos (espías) con la noticia de haber dejado (los realistas) en Tambo Nuevo una compañía como de 40 a 50 infantes. En el acto de recibir esta noticia mandé montar a caballo a mis 14 hombres, incluso el baqueano Reynaga, y me dirigí a sorprender la compañía, pues ésta venía seguramente (como lo afirmaron después los prisioneros) a tomarme la espalda por la quebrada…. Emprendí mi marcha, en efecto, en esta dirección, mandando por delante a Gómez, Albarracín y Salazar, con los indios que acababan de llegar con la noticia, en clase de descubridores. Seguía mi marcha en este orden, con mi baqueano Reynaga a mi lado, y habían pasado ya algunas horas, cuando se me presenta Albarracín avisándome de parte de Mariano Gómez, que encabezaba la descubierta, que venía en marcha conduciendo prisionera a la guardia (realista). Gustosamente sorprendido con esta noticia pregunté… ¿Cómo han obrado ustedes ese prodigio? Continuando mi marcha, me refiere Albarracín que, al asomar los tres hombres el portezuelo de Tambo Nuevo, habiendo señalado el baqueano el rancho en que estaba colocada la guardia….. aproximándose Gómez al momento, le propuso a sus dos compañeros si se animaban a echarse con él sobre aquella guardia que dormía, y cuyos fusiles se descubrían arrimados a la pared con la luz de la lámpara: habiéndole contestado ellos que sí, se precipitan los tres con los dos indios que los guiaban, sobre la puerta del rancho, y que desmontado Gómez en la puerta con sable en mano, dio el grito de “ninguno se mueva”, a cuyo tiempo, abrazándose de los 11 fusiles que estaban arrimados, se los alcanzó a los dos indios; que enseguida hizo salir y formar afuera a los 11 hombres y los echó por delante, habiéndose colocado el exponente a la cabeza, Salazar al centro y Gómez ocupó la retaguardia, suponiéndose oficial y haciendo marchar a los dos indios con los fusiles por delante. Mientras Albarracín me informaba de todo esto, presentóseme Gómez con sus diez prisioneros (ocho soldados y dos cabos), diciéndome que el sargento que mandaba esta guardia, se le había escapado tirándose cerro abajo al descender por un desfiladero, y que no había querido perseguirlo por temor de exponerse a que pudiesen fugar los demás…”.
Como consecuencia de esta acción, los soldados Gómez, Albarracín y Salazar fueron ascendidos a sargentos, conociéndoselos en adelante como “los sargentos de Tambo Nuevo”. También el general Belgrano les obsequió con los mejores caballos que tenía, especialmente a Gómez, a quien le regaló un hermosísimo caballo blanco.
Poco tiempo después, el sargento Mariano Gómez ofreció al general Belgrano, “traerle los mejores caballos o mulas del ejército enemigo”. La Madrid relata también este episodio en sus Memorias: “La noche los favoreció porque se puso muy nebulosa, pues al rayar el siguiente día se presentó Gómez al general con sus dos compañeros (los sargentos de Tambo Nuevo, Albarracín y Salazar) y le entregó once hermosas mulas de jefes y oficiales que logró sacar del campamento enemigo, cortando con sus cuchillos los lazos en que estaban amarradas a las estacas de las tiendas, mientras sus compañeros velaban montados y teniéndole su caballo; para comprobante de esa verdad traían atadas todas ellas al pescuezo pedazos de lazos. Al salir con ellas fueron sentidos por un centinela y perseguidos, sufriendo una descarga al pasar descendiendo la cuesta por cerca de la guardia, y cuyos tiros se sintieron en nuestro campo; pero ellos se salvaron con su presa y el general les regaló once onzas de oro”.
El Sargento Gómez, tucumano, murió fusilado por los realistas en Humahuaca en 1814; el Sargento Salazar murió en combate ese mismo año y el Sargento Albarracín murió en 1840, con el grado de Comandante de milicias, ambos eran cordobeses . Una calle de Buenos Aires los recuerda con el nombre de Tres Sargentos.
Fuentes: Aráoz de La Madrid, Gregorio – Memorias / Crónica Argentina, Nº 18 – Ed.Codex.

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sábado, 22 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL GENERAL JOSÉ MARÍA PAZ

El día 22 de octubre de 1854 fallece en Buenos Aires el General José María Paz. Había nacido en la ciudad de Córdoba el 9 de septiembre de 1791. General de carrera.
Inició la carrera de derecho que nunca terminó por haberse alistado en el ejército durante la guerra de la independencia.
Luchó en Tucumán, Vilcapugio y Ayohuma, bajo las órdenes del general Belgrano. Perdió un brazo en la batalla de Venta y Media, a resultas de lo cual fue conocido con el nombre de "el manco Paz".
En enero de 1820, con Juan Bautista Bustos, caudillo de Córdoba, se sublevó contra el gobierno de Buenos Aires. Más tarde, Bustos lo desterró a Santiago del Estero.
En 1826 se unió nuevamente al ejército para combatir en la guerra contra el Brasil y en 1827 fue designado comandante de ejército, por entonces Paz se había declarado unitario y comenzó su lucha por formar un poder multiprovincial opuesto al liderazgo de Buenos Aires. Pronto Buenos Aires, bajo la dirección de Rosas, declaró la guerra contra Paz.
En 1829 éste llegó a Córdoba y derrotó en San Roque a Bustos, su viejo general de ejército, al mismo tiempo, Facundo Quiroga marchó contra Paz, pero fue derrotado en La Tablada y Oncativo. De esta manera Paz logró transformar a Córdoba en el centro de la Liga del Interior. Integrado por nueve provincias con una forma centralizada de gobierno.
Mientras tanto, Estanislao López asumió el liderazgo de las fuerzas federales y tomó prisionero a Paz. Rosas ordenó su ejecución pero López se rehusó a obedecer la orden. Paz huyó a Corrientes, donde luchó contra Rosas y derrotó al General Echagüe, partidario de Rosas, en Caaguazú el 28 de noviembre de 1841.
En 1842 pasó a ser Gobernador de Entre Ríos, pero pronto desavenencias suscitadas con Ferré, Gobernador de Corrientes, y Rivera, del Uruguay, obligaron a Paz a trasladarse a Montevideo donde organizó a las fuerzas contra el sitio de Oribe. En 1844, el nuevo gobernador de Corrientes, Joaquín Madariaga, lo invitó a regresar para dirigir el ejército contra Rosas, y en 1845 subscribió un tratado con Corrientes y Paraguay para combatir a Rosas. Esperaba atacar a Entre Ríos, mas el triunfo de Urquiza sobre Rivera en India Muerta hizo modificar sus planes.
Paz permaneció en Corrientes y trató de enfrentar a Urquiza, pero renunció debido a complicaciones políticas y emigró al Brasil. Allí, sumido en la pobreza, escribió sus Memorias; permaneció en Río de Janeiro hasta 1852, cuando llegaron a él noticias de la revuelta de Urquiza. Inmediatamente regresó a la Argentina donde llegó en el momento de producirse el levantamiento contra Urquiza, después de la derrota de Rosas. Paz tomó parte en la defensa de la ciudad de Buenos Aires. Fue ministro de Guerra en el gabinete de Pastor Obligado. En 1854, aunque con precaria salud, fue electo legislador por la provincia y participó en los debates constitucionales; Paz y Mitre se opusieron a la firma de esta Constitución Provincial.

En una salida hecha por el coronel Giuseppe Garibaldi, que prestaba servicios en las tropas sitiadas en Montevideo, apresó aun lanchón enemigo a cuyo bordo se encontraron comunicaciones para Oribe con importantes informes de la plaza y que estaban firmadas con el seudónimo de “El Firme”.
Hechas las averiguaciones se comprobó que el infidente era un fuerte comerciante de la ciudad llamado Luis Baena, hombre que gozaba buena posición social.
Tomado preso el culpable por la policía, el gobierno se hizo cargar de su persona y el Ministro de Guerra del Uruguay, Coronel Melchor Pacheco y Obes, queriendo aplicar con todo su rigor la ley que regía en esos casos y para evitar la repetición de tan grave delito, lo remitió al General José María Paz con la orden verbal de que lo hiciera pasar por las armas inmediatamente.
-Diga Vd. al señor Ministro – dijo el vencedor de Caá-Guazú al oficialo que había conducido al reo – que soy un General de orden y no un asesino. Hay un tribunal militar encargado de juzgar a esos criminales. Si de la sentencia que este tribunal pronuncie, Baena resulta culpable, lo haré ejecutar al tenor del fallo; pero si no existe tal crimen, pongo a disposición del gobierno dos batallones para que Vds. lo hagan matar.
Llevada la respuesta al Ministro, éste se trasladó furioso al cuartel general e increpó a Paz sus palabras recordandole que, como jefe, debía dar ejemplo de obediencia y respeto al gobierno pues, de otra manera, sólo conseguiría que el desorden y la indisciplina cundieran entre las tropas.
El héroe de Ituzaingó, se irguió con arrogancia y, señalando con su diestra al campo del enemigo, replicó con energía a Pacheco y Obes:
- ¡Allí, señor Ministro, es donde se fusila sin formación de causa!
Vencido el Coronel, reflexionó unos momentos y palmeando a su interlocutor, le dijo sonriente pero con ansiedad:
- De acuerdo, pero júzguele Vd. de una vez General.
Fuente: Anecdotario Histórico Militar de Juan Ramón Silveyra.

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viernes, 21 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DE LA REPATRIACIÓN DE LOS RESTOS MORTALES DEL GENERAL DON JUAN GREGORIO DE LAS HERAS

El 28 de septiembre de 1906, se embarcaban en Chile los restos mortales del guerrero de la Independencia, general don Juan Gregorio de Las Heras; reliquias que llegaron a Buenos Aires el 20 de octubre del mismo año a bordo del crucero “25 de Mayo”. Se encontraban encerradas en una urna costeada por el pueblo chileno. A su arribo se le rindieron los más altos honores, y cubiertos los mismos con el pabellón nacional que habían amortajado los despojos del general Bartolomé Mitre, fueron conducidos a la iglesia Catedral Metropolitana, donde descansan al lado de los restos del general don José de San Martín.

Con fecha 21 de octubre de 1906, el matutino “La Nación” nos relataba lo siguiente:
“Gualberto Gregorio era el nombre y apellido, - Las Heras pertenecía a su abuela -. El General murió en Chile donde había constituido familia. Allí se le rindieron honras fúnebres al entierro, y a los cuarenta años fue exhumado para la repatriación.
Sus restos enviados a Buenos Aires llegaron el 20 de octubre de 1906, en el crucero 25 de Mayo, al dique 4, a las 12 hs., siendo recibido por la comisión cuyo presidente era José J. Biedma; vice lº Tomás Santa Coloma; 2º Juan Canter, los secretarios y vocales; Rodolfo Carranza y José Antonio Pillado acompañados por una delegación de diputados: Campos, Dantas, Oliver, Parera y Ruiz Diaz.
La procesión circuló por Paseo de Julio, subiendo por Maipú hasta llegar a la Plaza San Martín mientras una banda lisa de 400 músicos integrada por tambores y clarines tocaba "Diana Triunfal" acompañando el cortejo hasta la Plaza Mayo donde una guardia de señoritas y el Centro de militares en retiro custodiaban el templeto estilo Luis XVI, armado con cuatro columnas soportando la cúpula coronada por copón simbólico. Este templete - enorme catafalco - fue confeccionado por Pruniers y Cia., mientras que los carros alegóricos y cureñas recargados de crespones pertenecían a la Cia. Nacional de Carruajes y Automóviles.
En la Plaza se hallaban, el general Garmendia y el vicealmirante Howard que habían acompañado los despojos desde Chile (guardados en urna costeada por el pueblo chileno y cubierta con el mismo pabellón que había sido usado con los restos del general B. Mitre). La alocución del Presidente de la República Dr. José Figueroa Alcorta fue luego seguida por el encargado de negocios de Chile; el ministro plenipotenciario del Perú y el presidente de la comisión de repatriación Dr. Biedma.
Trasladaron entonces la urna, a la Catedral donde fue recibida por monseñor Luis Duprat.
La avenida Las Heras, antigua Chavango, tiene tal designación por ordenanza de 1885 y el Parque la de 1982.
Fuente: Ejercito /Diario "La Nación" 21 de octubre de 1906.
En la Imagen: Grabado del General Juan Gregorio Las Heras junto a las medallas conmemorativas de la repatriación de sus restos mortales.

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jueves, 20 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE VENTA Y MEDIA

La batalla de Venta y Media fue librado entre tropas del Ejército del Norte y las fuerzas realistas en el Alto Perú, actual Bolivia, el 20 de octubre de 1815, durante el transcurso de la guerra de Independencia Americana. Las acciones concluyeron en un triunfo de las fuerzas leales al Rey español Fernando VII.
Luego de las derrotas sufridas por el General Manuel Belgrano en Vilcapugio y Ayohúma, el mando del Ejército del Norte fue transferido al General José de San Martin, el cual renuncia a dicho cargo unos meses después, argumentando razones de salud. En su reemplazo fue enviado el General José Rondeau, quien comenzó los preparativos para la tercera expedición al Alto Perú, lo cual motivó la oposición del General Martín de Güemes, quien pretendía llevar a cabo una guerra puramente defensiva, según las directivas de San Martín. Rondeau nombra entonces al Coronel Martín Rodriguez en reemplazo de Güemes, y le ordena ingresar en el territorio altoperuano. Sin embargo Rodríguez es derrotado y tomado prisionero en El Tejar, siendo reemplazado por el General Francisco Fernandez de la Cruz; Rodríguez sería luego liberado por los realistas. Fernández de la Cruz comisiona la caballería de vanguardia a Güemes, quien derrota completamente a la avanzada realista en batalla de Puesto del Marqués, pero Rondeau niega los méritos de la victoria a Güemes, hecho que motiva la ruptura entre ambos, quedando nuevamente Rodríguez al mando de la vanguardia.
En octubre una fuerza realista que se estimaba en 300 hombres se había establecido a 20 km al norte de la vanguardia patriota, ubicada en Chayanta. Rondeau autorizó a Martín Rodríguez a efectuar un ataque sorpresa sobre la posición enemiga para lo que destacó 350 infantes y 200 jinetes.
A mediados de ese mes, Rodríguez decidió realizar un ataque nocturno a las tropas relistas, acantonadas en Venta y Media. Sin embargo, no se produce el esperado efecto sorpresa y las tropas patriotas son completamente derrotadas. En esta acción sería herido José Maria Paz en su brazo derecho, quedando inutilizado de por vida, razón por la cual fuera luego conocido como "el manco Paz". Esta acción contribuyó a disminuir la ya alicaída moral del Ejército del Norte, concluyendo la tercera expedición en la derrota en la Batalla de Sipe Sipe.

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miércoles, 19 de octubre de 2016

DÍA DEL SERVICIO DE SANIDAD “SAN LUCAS EVANGELISTA”

La Sanidad Militar Argentina, cuerpo de Ejército creado en 1888 por la sanción de la Ley Nº 2377, festeja su día el 18 de octubre, fecha en que la Iglesia celebra a su santo patrono, San Lucas Evangelista.
Los orígenes de la Sanidad se remontan a la época de la colonia con la creación del Protomedicato Local ordenado por Carlos III.
En 1801 se crea el primer curso de Medicina, cuyo director fue el Dr. Cosme Argerich.
La Sanidad Militar tiene su origen en las primeras campañas patrióticas. Durante el gobierno de Liniers, se nombra al Dr. Juan Madera como Cirujano del Cuerpo de Patricios.
Durante la presidencia del Dr. Bernardino Rivadavia, se organiza el Cuerpo de Medicina del Ejército (1822).
El gobierno de Bartolomé Mitre arrienda el Hospital Italiano y nombra como director Militar al Cirujano Principal Dr. Caupolicán Molina (1868).
Dado los altos costos, el Hospital Militar pasa a desempeñar sus funciones en casas particulares, con escasos recursos y precarios elementos. En 1882 se construyo el HMC, en el predio delimitado por las calles Caseros y Combate de los Pozos, al año siguiente se nombra la primera Inspección Sanitaria a la Frontera, dirigida por el Dr. Eleodoro Damianovich.
Recién a partir de la Creación de los dos Cuerpos de Sanidad Militar -Ejército y Marina – es cuando se otorga grado militar a los Médicos (1888). En 1892 se nombra al primer Director General de Sanidad, función que asume el Dr Eleodoro Damianovich.
Durante la epidemia de Fiebre Amarilla, pierde la vida el Dr. Caupolicán Molina, asume entonces la Dirección del Hospital Militar el Dr. Damianovich y lo reemplaza en la Dirección el Dr. Alberto Acosta, a la gesta heroica le suceden largos períodos de organización política adelantos técnicos y científicos, hasta 1939, la Dirección de Sanidad funcionó en forma conjunta con el Hospital Militar Central en las instalaciones sitas en Combate de los Pozos y caseros; al trasladarse el hospital a su actual emplazamiento, el predio fue ocupado por la Dirección.
Sería redundante expresar la importancia capital que tuvo la Sanidad Militar en el conflicto del “Atlántico Sur “. Es casi imposible mencionar lo actuado en el mismo, pero si es imprescindible destacar que dicha actuación ha quedado plasmada en un libro editado por la Biblioteca del Oficial del Circulo Militar, denominado “La medicina en la guerra de Malvinas”, escrito por los coroneles médicos José Raúl Buroni y Enrique Mariano Cevallos, este último Director del Hospital Militar de Puerto Argentino.
Finalmente, el desarrollo alcanzado por el Comando de Sanidad en sus funciones básicas del servicio como “Conductora, Abastecedora Preventiva y Recuperadora” presenta a la Sanidad Militar como un vasto Organismo Técnico que no sólo prepara, organiza y perfecciona a su personal para el caso de guerra sino que, en tiempo de paz, está dedicado también a velar por la salud de la Familia Militar
Misión de la Sanidad Militar:
La Sanidad Militar planeará, y ejecutará el apoyo de sanidad para proteger, mantener y recuperar la salud del recurso humano de la fuerza, a través del despliegue técnico adecuado contribuyendo al cumplimiento de la misión del ejército argentino.
Funciones de la Sanidad Militar:
La sanidad militar proporcionará el Apoyo de Sanidad, para el cumplimiento de la misión del Ejército, conforme al régimen vigente, mediante las siguientes funciones:
- Promoción y protección de la salud.
- Medicina preventiva, higiene y saneamiento ambiental.
- Reconocimiento médico del recurso humano de la Fuerza.
- Evacuación y hospitalización, incluyendo la atención médica primaria, el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación.
- Rehabilitación del personal discapacitado, tanto física como psiquiátricamente y de veteranos de guerra.
- Medicina legal, que abarca las actividades destinadas a encuadrar legalmente los procesos mórbidos que afectan o hayan afectado al personal.
- Instrucción y capacitación profesional, en la formación de pre-grado y pos-grado incluyendo al personal militar y civil dedicado a la docencia.
- Investigación y desarrollo, comprendiendo las actividades destinadas a lograr nuevas técnicas y procedimientos para la elaboración de medicamentos.
- Abastecimiento y mantenimiento de Efectos Clase II y IV de Sanidad.
- Entender en el sistema de vigilancia epidemiológica de la Fuerza como tarea esencial de la actividad epidemiológica de la Sanidad militar, Colaborando con organizaciones sanitarias nacionales, provinciales y regionales para la confección de programas compartidos de salud en el ámbito civil, así como programar las actividades tendientes a integrar a la Fuerza en el sistema de Vigilancia Epidemiológica Nacional.
Colaborar y proporcionar apoyo de sanidad para hacer frente a desastres naturales y otras emergencias sociales que afecten a la comunidad.
- Brindar apoyo a la comunidad a través de su participación en campañas destinadas a controlar y erradicar enfermedades endémicas y epidémicas de repercusión social.
- Contribuir a la conservación del medio ambiente y mantenimiento del sistema ecológico mediante acciones de saneamiento ambiental.
- Contribuir al sostenimiento de la Actividad Antártica Nacional.
Fuente: www.cdosan.ejercito.mil.ar

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martes, 18 de octubre de 2016

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL GENERAL JULIO ARGENTINO ROCA

La faz militar en la vida de Julio Argentino Roca es la que lo acompaña en forma más permanente desde sus primeros años hasta su muerte. Su niñez, en el Tucumán natal, transcurre junto a un padre militar que sufre las peripecias de la agitada vida Argentina de la primera mitad del siglo diecinueve. Fueron sus padres, el coronel José Segundo Roca y Tejerina, nacido el 1 de junio de 1800 y Agustina Paz Mariño de Roca, nacida en 1809, ambos nacidos en la provincia de Tucumán. Tuvieron ocho hijos, cinco de ellos sirvieron en el ejército.
El coronel Roca integró el Ejercito del Norte, participó con el ejercito de San Martín en la Expedición Libertadora al Perú y más tarde en la expedición al Ecuador bajo las órdenes del Mariscal Sucre participó de las siguientes batallas: Pasco el 6 de diciembre de 1820, Jauja el 3 de marzo de 1821, Pichincha el 24 de mayo de 1822, Zepita el 25 de agosto de 1823 y Junín el 6 de agosto de 1824. Su actuación en las guerras de la independencia lo hizo merecedor de varias medallas. Combatió contra las fuerzas de Brasil en calidad de edecán del general Lucio V. Mansilla.
Posteriormente participó en diversos conflictos en las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1865 partió a la guerra del Paraguay con sus hijos Ataliva (1839-1912) Celedonio (1840- Las Palmas 1868) Julio Argentino (1843-1914) Rudecindo (1850-1903), y Marcos (¿?- Paso de la Patria 1866).
José Segundo Roca muere en Las Ensenaditas, cerca del Paso de la Patria, el 8 de marzo de 1866. Fue el único oficial argentino que participó en tres guerras. Dos meses más tarde fallecen en Tuyutí y en Paso de la Patria sus hijos Celedonio y Marcos, respectivamente.
El 17 de julio de 1843 nace en San Miguel de Tucumán Alejo Julio Argentino Roca, según se consigna en la partida de bautismo que se conserva en la iglesia matriz. Julio, nacido en la propiedad de sus padres El Vizcacheral, era el tercero de ocho hijos; siete eran varones y cinco de ellos sirvieron en el ejército. Primitivamente se sostuvo que había nacido en la localidad de Monteros, en una propiedad de su familia materna.
Su madre, Agustina Paz de Roca en una carta dirigida a su padre que en ese momento se encontraba en campaña, le escribe que el hijo que esperan se llamará: “Julio por ser el mes glorioso y Argentino porque confío en que sea como su padre un fiel servidor de la patria.”
Los sucesos de la Confederación y la situación interna de la provincia de Buenos Aires llevaron a ésta a armarse en previsión de un ataque por parte de la primera.
La Legislatura autorizó al P. E. por ley del 6 de mayo de 1859 a repeler con las armas toda agresión. El choque se produjo en la Cañada de Cepeda, el 23 de octubre de 1859, donde quedaron derrotadas las tropas al mando de Mitre. Urquiza el frente de la Confederación, avanzó hasta San José de Flores y propuso un entendimiento. Se firmó así el Pacto de Unión, 11 de noviembre de 1859.
Buenos Aires se integraba a la Confederación. Los eficaces oficios del ministro de Guerra del Paraguay general Francisco Solano López fue decisivas en estas circunstancias.
En el Colegio del Uruguay, fundado por Urquiza, realizó los estudios regulares Julio A. Roca y además se matriculó en las clases de instrucción militar que se dictaban allí bajo la dirección del coronel Nicolás Martínez Jonte. En 1858, sin abandonar sus estudios, ingresa al ejército de la Confederación, como alférez de artillería recibiendo su bautismo de fuego en la batalla de Cepeda en 1859.
Desde Tucumán, el coronel José Segundo Roca escribe al general Justo José Urquiza para felicitarlo por el triunfo en Cepeda: “Me es muy satisfactorio que mi querido hijo Julio Argentino haya acompañado a V.E. en su gloriosa campaña de integridad nacional y me será tanto más que en el bautismo de fuego haya correspondido al patriótico nombre que lleva”.
Tras su actuación en la batalla de Cepeda, un decreto subscripto por Urquiza lo asciende a teniente segundo a los dieciséis años. Revista en el Palacio de San José y en Concepción del Uruguay en 1858 y 1859.
Urquiza había completado su período siendo reemplazado por Derqui. Tras la batalla de Cepeda la paz entre Buenos Aires y el resto de las provincias no seguiría por mucho tiempo.
Las diferencias políticas entre Buenos Aires y el interior desembocará en la batalla de Pavón el de 17 septiembre de 1861. Las fuerzas de la Confederación son derrotadas por el ejército de Buenos Aires, al mando de Bartolomé Mitre. Se disuelve la Confederación y se unifica la Nación.
Roca participa en la batalla de Pavón como teniente de artillería. Es el último en retirarse del combate junto con el capitán Juan Solá, salvando los cañones de la batería. Por su actuación destacada es ascendido a teniente primero a los dieciocho años.
Roca pasa al Estado Mayor del 1er. Cuerpo del Ejército Nacional en Buenos Aires, cuyo jefe era su tío materno, el coronel Marcos Paz. Acompaña a su tío en su misión como interventor para ganar la adhesión de los caudillos del interior a la causa mitrista. Recorre Córdoba, Catamarca, San Luis y La Rioja, regresando en junio.
Bartolomé Mitre asume como presidente de la Argentina; el coronel Paz es su vicepresidente. Su presidencia se vio marcada por la guerra del Paraguay.
Tras ser dado de alta en la Comandancia del 1er. Cuerpo del Ejército, Roca recibe órdenes de incorporarse al Batallón 6º de Infantería de Línea, que forma parte del ejército comandado por el general Wenceslao Paunero, en lucha contra el caudillo Ángel Peñaloza, “El Chacho”. Participa en las batallas de Lomas Blancas (La Rioja) y en Las Playas (Córdoba). Debido a su destacada actuación en la batalla de Las Playas es ascendido a capitán.
En 9 de mayo de 1865, con la excusa de la incursión paraguaya a Corrientes, el presidente Mitre, con autorización del Congreso le declara formalmente la guerra al Paraguay. Se forma la Triple Alianza entre Argentina, Brasil y Uruguay. Se le ordena a Roca partir a Corrientes para participar de los combates.
En el momento de la invasión aliada, los paraguayos contaban, aproximadamente, con una fuerza compuesta de 20.000 a 25.000 hombres en Paso de la Patria, a quienes se les sumaban alrededor de 2.000 hombres en Itapuá y Tebicuary, más otros núcleos en lugares fortificados. Además, Paraguay disponía de importantes fortificaciones y numerosa artillería.
Las fuerzas aliadas disponían de casi 60.000 hombres, de los cuales 25.000 eran argentinos, 33.000, brasileños y 2.800, uruguayos. La artillería contaba con 90 piezas. Además, debía contarse con el II Cuerpo brasileño, formado por 15.000 hombres, que en dicho momento se encontraba en marcha hacia el teatro de operaciones.
Roca al iniciarse en 1865, la guerra de la Triple Alianza revista en Rincón de Soto y en la costa de Payubre. En el mes de septiembre participa en el combate y conquista de Uruguayana (Imperio del Brasil), en poder de las fuerzas paraguayas, haciéndose merecedor de una medalla.
Un mes después interviene en el combate de Yatay, cerca de Paso de los Libres (Corrientes). Cae enfermo y debe volver a Buenos Aires, donde revista durante los siguientes tres meses.
El padre de Roca, coronel José Segundo Roca, al mando de la 4ta División del 1º Cuerpo del Ejercito en el campamento de Las Ensenaditas sobre el Paso de la Patria, Corrientes, muere en combate el 8 de marzo de 1866, a los 66 años de edad. El batallón Salta, al que pertenecía Julio Roca, le rindió las últimas honras. Meses más tarde caerían dos de sus hermanos: Celedonio, en el ataque a Las Palmas, y Marcos, en el Paso de la Patria. Celedonio prestó servicios en el 6to del Regimiento de Infantería de Línea a las órdenes de los generales Arredondo y Luís María Campos. Su valor quedó demostrado en la batalla de San Ignacio y otros combates. Murió en octubre de 1868, a los 28 años de edad, en Las Palmas cuando actuaba con el grado de capitán.
El 24 de mayo de 1866 año se lleva a cabo la batalla de Tuyutí, la más cruenta desarrollada en América del Sur. El valor de Roca llama la atención de sus superiores, por lo que es ascendido a sargento mayor por el general Gelly y Obes, ministro de Guerra y Marina, y se lo nombra segundo jefe.
El ejercito paraguayo, con 22.000 hombres, divididos en cuatro columnas, atacaron por sorpresa el campamento aliado de Tuyutí, donde se encontraban los 33.000 hombres de los aliados. Después de cinco horas de lucha, los paraguayos fueron derrotados, sufriendo importantes pérdidas: 6.000 muertos, 7.000 heridos y 370 prisioneros. Los aliados contaron 4.000 bajas (3.000 brasileños, 800 argentinos y 300 uruguayos).
El 22 de septiembre de 1866 el sargento mayor Roca se encuentra al frente del batallón Salta en el ataque a Curupaytí. Su unidad es prácticamente aniquilada por los cañones paraguayos.
La batalla se inició con el bombardeo de las posiciones paraguayas por la escuadra brasileña. Este bombardeo duró cuatro horas. Sin embargo, el asalto no tuvo resultados, pues al producirse el ataque terrestre, hallaron intactas a dichas posiciones paraguayas, quienes las diezmaron por el fuego de infantería y artillería. Las tropas aliadas debieron, entonces, retirarse, después de sufrir enormes pérdidas. El Ejército Argentino tuvo 2.050 bajas entre muertos, heridos y dispersos (40% de los efectivos empeñados), y los brasileños 1.950 (20%). Las bajas paraguayas sumaron 92 hombres.
Roca le salva la vida al futuro almirante Daniel Solier, al sacarlo herido fuera del campo de batalla en su caballo, junto con la bandera en hilachas recogida de la trinchera, cerca del cadáver de su primo Marcos Paz (h.). El general Mitre le confiere el honor de llevar el parte de este feroz combate a Marcos Paz, a cargo del Poder Ejecutivo Roca no vuelve al frente ya que el gobierno necesita jefes militares para combatir a los rebeldes del interior.
Durante la presidencia de Sarmiento, se firmó el protocolo que puso fin al conflicto bélico. Sin embargo, los problemas, no terminaron allí, quedaban pendientes las cuestiones de límites.
La Argentina ocupó provisionalmente Villa Occidental en el Chaco; Brasil la Isla del Cerrito. Por el tratado de paz definitivo Paraguay aceptaba los límites Argentinos hasta el río Pilcomayo; al norte de éste el territorio chaqueño sería sometido a arbitraje del presidente de los Estados Unidos.
Las islas del Cerrito y Apipé pasaban a la Argentina y la de Yacyretá al Paraguay. El 12 de noviembre de 1878 el presidente norteamericano Hayes dio su fallo arbitral otorgando todo el territorio en litigio al Paraguay.
En 1867 Roca formaba parte de las fuerzas nacionales al mando del general Wenceslao Paunero, con la misión de reducir las montoneras a cargo del coronel Juan de Dios Videla, Carlos Juan Rodríguez y otros, que azotaban las regiones del Norte y Cuyo. Roca asistió a la batalla de San Ignacio el 1º de abril de 1867. La vanguardia, bajo las órdenes del coronel Arredondo, se dirigía desde Villa Mercedes, San Luís, a esa ciudad, por entonces en manos rebeldes, y acampó en río Quinto, en el Paso de San Ignacio, al sudeste de San Luís.
El coronel Arredondo, con 1.600 veteranos del Paraguay, fue atacado, por las fuerzas irregulares del general Juan Sáa que contaba con 3.500 hombres y 8 cañones. Arredondo los dispersó y derrotó completamente. A los veinticuatro años, Roca, es designado mayor efectivo y nombrado 2º jefe del Batallón 7º de Infantería de Línea que se hallaba en San Juan. Entre septiembre y marzo de 1868, forma parte de la guarnición en la provincia de La Rioja.
Encontrándose Roca en Córdoba es ascendido nuevamente a teniente coronel y se desempeña como segundo jefe del 6º de Infantería de Línea. Posteriormente pasa a Tucumán como jefe del batallón 7° de Infantería de Línea. Más tarde actúa en Córdoba, Melincué (antiguo fortín de Santa Fe), Río Cuarto y, finalmente, Tucumán.
El 12 de octubre de 1868, Domingo F. Sarmiento jura como presidente de la Nación y Adolfo Alsina como vicepresidente. Las revoluciones, pestes y el peligro de guerra fueron una constante en su presidencia. Su obra magna fue el fomento de la educación: al asumir se educaban treinta mil niños, y al terminar su presidencia, cien mil.
En enero de 1869, al frente del batallón 7°, el teniente coronel Roca marchó a Salta al mando del coronel Pedro Corvalán para combatir al coronel Varela, caudillo de los montoneros levantados en armas contra la Nación. Varela fue derrotado el 12 de enero en las Salinas o Pastos Grandes por los milicianos de Salta. Roca da por cumplida su misión.
A los veintiséis años se lo nombra Jefe de la frontera de Orán, provincia de Salta, manteniendo el mando del 7º de Infantería.
El 11 de abril de 1970, el gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, es asesinado en el Palacio San José por partidarios de López Jordán. Contaron con la colaboración de Nicomedes Coronel, mayordomo del gobernador. Luego de Pavón, López Jordán se distanció de Urquiza. El gobernador se había ganado el repudio de muchos federales debido a su apoyo a la Guerra del Paraguay, su tibia acción política con los gobiernos nacionales y, sobre todo, su acercamiento a Sarmiento en febrero de 1870. El 14 de abril López Jordán asume como gobernador de Entre Ríos. En consecuencia el presidente interviene militarmente la provincia.
El 2 de septiembre, Roca es trasladado con su batallón a Córdoba, donde permanece hasta noviembre. Luego marcha a Entre Ríos, donde se desarrollaba la rebelión de López Jordán, quien procuraba segregar las provincias del Litoral.
El 26 de enero de 1871, bajo el mando del teniente coronel Baibiene, gobernador de Corrientes, Roca dirige las tropas nacionales que derrotan en la batalla de Ñaembé (Corrientes) a López Jordán. Quien será derrotado definitivamente recién en 1876. Esta batalla fue el primer combate de Roca con repercusiones nacionales. Sarmiento lo asciende a coronel, sobre el campo de batalla, y Roca empieza a ser reconocido.
El 27 de enero se declara la terrible epidemia de fiebre amarilla que desata el caos en la ciudad de Buenos Aires, y provoca hasta el mes de julio 13.614 muertos. La población de 190.000 habitantes queda reducida a sólo 60.000 por las muertes y el éxodo.
El 1º de enero de 1872 el coronel Roca, quien cuenta con veintinueve años, es designado jefe de la Línea Sur de fortines de Córdoba, con asiento en la ciudad de Río Cuarto. En agosto de 1874 es designado comandante en jefe de las fuerzas nacionales en Córdoba, formadas por los batallones 7° y 12°. Reemplaza al general Arredondo, involucrado en un movimiento político de oposición a la candidatura de Avellaneda. El 28 de septiembre Sarmiento lo nombra comandante general y jefe del Ejército del Norte, con la misión de derrotar a Arredondo, quien había sido su jefe en La Rioja. El 3 de octubre Arredondo entró en Córdoba, pero debió regresar a Villa Mercedes por falta de apoyo en aquella ciudad, y porque Roca avanzaba contra él desde Bell Ville, con más fuerzas.
El 12 de octubre, Nicolás Avellaneda asume la presidencia, con Acosta como vicepresidente. Sorteó revoluciones y amenazas de guerra externa, continuando la labor iniciada por Sarmiento.
A fines de octubre Arredondo abandona Córdoba, con destino a Mendoza pasando por San Luis. Fue seguido de cerca por Roca. Arredondo se fortificó sólidamente en Santa Rosa y esperó a Roca que había aumentado sus fuerzas y seguía avanzando.
El 7 de diciembre de 1874, en la segunda batalla de Santa Rosa. Roca y Arredondo contaban cada uno, aproximadamente, con 4.500 hombres, aunque el segundo había apreciado en más la fuerza del Coronel Roca. En la noche del 6/7, mediante una maniobra brillante, Roca rodeó la posición sin que fuese detectado por su enemigo y lo atacó por la retaguardia. La acción que duró tres horas terminó con la derrota total de Arredondo quien cayó prisionero y luego pudo escapar a Chile.
El 7 de diciembre de 1874, por su destacada actuación, Roca es ascendido a coronel mayor recibiendo además los entorchados de general en el campo de batalla por el presidente Avellaneda.
El 6 de julio de 1875, Roca es designado comandante en jefe de las fronteras de Córdoba, San Luís y Mendoza, pero manteniendo su asiento en Río Cuarto. Desde allí emite su opinión contraria al plan de Alsina para conquistar el desierto.
En su libreta de apuntes, Roca, había escrito las siguientes reflexiones: ¡Qué disparate la zanja de Alsina! Y Avellaneda lo deja hacer. (…) Es lo que se le ocurre a un pueblo débil y en la infancia: atajar con murallas a sus enemigos. (…)
Así pensaron los chinos, y no se libraron de ser conquistados por un puñado de tártaros, insignificante, comparado con la población china. (…)
Si no se ocupa la pampa, previa destrucción de los nidos de indios, es inútil toda precaución y plan para impedir las invasiones. (…)
El proyecto del ministro Alsina era establecer una nueva línea de frontera en la provincia de Buenos Aires, entre Bahía Blanca y el Sur de Córdoba. El avance fue realizado por cinco columnas que llegaron a sus objetivos: Italó, Trenque Lauquen, Guaminí y Pigüé. Propiciaba avanzar paulatinamente sobre la frontera indígena mediante una línea de fortines móviles cada cinco kilómetros y la excavación de una zanja profunda que impidiera las invasiones y el arreo de los vacunos. Alsina estaba convencido de que era posible un entendimiento con los indios si “se les cumplen los tratados”.
Roca por su lado, proponía una estrategia ofensiva estableciendo una frontera definitiva en los ríos Negro y Neuquén, sin dejar enemigos, e ir ocupando el territorio. El objeto era debilitar y desmoralizar a las indiadas, y facilitar, así, la gran campaña que se emprendería en 1879.
Mientras la zanja de Alsina cubría sólo la provincia de Buenos Aires, el plan de Roca era nacional, porque amparaba y beneficiaba a toda la República.
El 4 de enero de 1878 estando en Mendoza, Roca recibe un telegrama de Avellaneda nombrándolo ministro de Guerra en reemplazo de A. Alsina, fallecido el 29 de diciembre del año anterior. De regreso en Buenos Aires, se instala en Belgrano, donde convalece de la fiebre tifoidea que casi lo llevó al borde de la muerte. Presta juramento, recién el 26 de marzo. El presidente Avellaneda y Roca diseñan una nueva política de fronteras. Roca redacta un extenso mensaje y un proyecto de ley para que el Poder Ejecutivo lo sometiese a consideración del Congreso Nacional.
El Congreso aprueba el 5 de octubre de 1878 la Ley 947 de la Expedición al Río Negro, que en su artículo primero señala que:
"…dispone el establecimiento de la línea de fronteras sobre la margen izquierda de los ríos Negro y Neuquén, previo sometimiento o desalojo de los indios bárbaros de la pampa, desde el Río Quinto y el Diamante hasta los dos ríos antes mencionados."
Además, se crea la Gobernación de la Patagonia, con capital en Mercedes de Patagones, hoy Viedma. Durante los siguientes seis meses, Roca ordena operaciones parciales en toda la línea de frontera destinadas a debilitar a los indios.
El ministro Roca comienza las operaciones definitivas de la Campaña del Desierto el 16 de abril de 1879, partiendo en tren desde Buenos Aires hacia Azul donde asumirá el mando. El ejército dividido en cinco columnas contaba con efectivos bien equipados, constituidos por 6.000 soldados, de los cuales 820 eran indios amigos, equipados con 7.000 caballos, 1.390 mulas y 270 bueyes.
La primera división, a cargo del general Roca en su carácter de jefe del Estado Mayor, partió de Azul hacia Carhué el 5 de mayo secundado por el coronel Conrado Villegas, y desde allí hacia Choele Choel, lugar que le sirvió de base para continuar su avance hacia el oeste, costeando el río Negro.
La segunda división, al mando del coronel Nicolás Levalle, inició su marcha en Carhué con destino al oeste, para llegar a Trarú Lauquén hoy General Acha, provincia de La Pampa.
La tercera división, a cuyo frente estaba el coronel Eduardo Racedo, partió de Villa Mercedes (San Luis), y debía reunirse con las fuerzas de Levalle en la zona denominada Médano Colorado (provincia de La Pampa). La expedición, dividida en dos columnas, despejó toda la región que otrora ocuparon los ranqueles.
La cuarta división, a las órdenes del coronel Napoleón Uriburu, partió desde San Rafael (Mendoza). Su destino final era la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. En penoso recorrido, asechado por los indios y las inclemencias del tiempo en esa región precordillerana, pudo no obstante, cumplir con los objetivos fijados, y dominar toda el área, alejando el peligro de nuevas incursiones de los indios hacia el sur de Mendoza, San Luis y Córdoba.
La quinta división, comandada por el coronel Hilario Lagos, inició su marcha en Trenque Lauquén. En su avance hacia el centro de la actual provincia de La Pampa, tomó contacto con la 2ª y 3ª división, y logró dominar a las indiadas dispersas, que en algunos casos huían de las otras fuerzas.
Un destacamento al mando del teniente coronel Godoy salió de Guaminí, para unirse a esta división en Ñainco.
El objetivo de la campaña era extender la frontera hasta la línea de los ríos Negro y Neuquén, ocupar el territorio y evitar que quedaran indiadas hostiles en la retaguardia.
De acuerdo con lo previsto, las columnas se pusieron en marcha en abril y mayo de 1879, y las operaciones se desarrollaron, en líneas generales, según lo ordenado. Ni las corazas ni las lanzas de madera enviadas por el ministro Alsina fueron del gusto de los soldados, que consideraban aquellas un estorbo inútil, y estas últimas ineficaces ante los largos y flexibles coligües de los indios. Siempre dieron sus preferencias al sable, hasta que se les proveyó del Remington, arma de fuego que aseguró su superioridad ante los indígenas. La expedición fue planificada hasta en los menores detalles. Se eliminó la artillería y se armó a la tropa con fusiles.
Al frente de sus tropas, el general Roca llega a la margen septentrional del río Negro, frente a la isla de Choele Choel, poniendo fin a la primera etapa de la expedición el 24 de mayo de 1879, declarando oficialmente establecida la línea de fronteras en el río Negro.
El presidente Avellaneda consideró cumplidos acabadamente los propósitos de la expedición, la cual causó enormes bajas a los indígenas, rescató a los cautivos y arrebató grandes cantidades de hacienda robadas. Puede decirse que, con estas acciones, se comenzó la conquista del desierto.
Roca deja las tropas al mando del general Villegas y se embarca en Carmen de Patagones para regresar a Buenos Aires. Al respecto Sarmiento dirá:
Hemos asistido al término de la conquista cristiana de una de las más extensas regiones aún despobladas de la América española… De esta obra –debe decirse en honor de todos, del gobierno, del General [Roca] y del Ejército– que ha sido rápida, completa y bien hecha.
A comienzos de octubre de 1879 Julio A. Roca renuncia como ministro de Guerra y Marina para dedicase a la política y postulase como presidente de la República. De allí en más Roca conoció la apoteosis política, que lo llevó a ser proclamado dos veces presidente de la República, en 1880/1886 y en 1898/1904.
El 28 de septiembre de 1880 lo ascienden a brigadier general con acuerdo del Senado; por disposición de la ley 1.254 se lo asciende a teniente general el 3 de noviembre de 1882; el 5 de junio de 1888 es asignado Comandante en jefe del Primer Cuerpo del Ejército.
Además fue Senador por la Capital 15 de mayo de 1888/1890; Ministro del Interior el 9 de agosto de 1890; Senador por Tucumán el 12 de mayo1892/1898; Comandante del 1er. Cuerpo del Ejército en la Revolución de agosto de 1893; Presidente interino de la Nación el 12 de octubre de 1904.
El 12 de octubre de 1904 entregó el bastón presidencial a su sucesor, el Dr. Manuel Quintana. Al dejar el gobierno, abandonó la vida pública y se retiró a disfrutar de un descanso bien merecido, del que sólo fue sacado en 1913, año en el cual el presidente Roque Sáenz Peña le encomendó una misión diplomática al Brasil, que el general Roca desempeñó con marcada habilidad y tacto exquisito, misión que anudó más los lazos de amistad y comercio entre las dos grandes naciones de la América del Sud.
Aquella misión diplomática fue el último acto público del gran argentino y su viaje a Río de Janeiro, el postrero de su vida, pues falleció en la ciudad de Buenos Aires, el 19 de octubre de 1914, siendo sus funerales una profunda y elocuente exteriorización del intenso pesar que causó su muerte entre el pueblo argentino, que perdió con él a uno de sus más grandes hijos.
Su hijo homónimo, el Dr. Julio A. Roca, ocupó de 1932 a 1938 la vice-presidencia de la República Argentina.
El general Roca después de abandonar la segunda presidencia pasó a “Lista de Oficiales Generales” hasta el 22 de julio de 1908, en que pasó a situación de retiro por edad con un cómputo total de 65 años, 8 meses y 11 días de servicios aprobados. El 28 de febrero de 1910 se le concedieron dos años de licencia para trasladarse a Europa.
El 22 de agosto de 1872 contrajo matrimonio en Río Cuarto, provincia de Córdoba, con Clara Funes, quien falleció en Buenos Aires, el 2 de mayo de 1890.
Fuente: Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado / Julio Argentino Roca – Iconografía Militar – Museo Roca – Inst. de Invest. Históricas – Buenos Aires (2008) / Yaben, Jacinto R. – Biografías Argentinas y Sudamericanas – Buenos Aires (1939).

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